lunes, 16 de diciembre de 2013

HIJO MIO:
Cuando supe que venías,
me sentí completa,
pero también frágil,
pues quería ser la roca más fuerte
para que vinieses sano.
Dicen que vida sólo hay una,
pero realmente cuando llegaste
otra vida comenzó, y ¡Era mi vida!
Toda la paz del mundo necesité,
recoger para ti.
Tus primeros pasos fueron hacia mí,
¡Esto es orgullo! Pensé.
La primera palabra...
¡Agua! jaja:  Fue la mayor poesía.
Fuiste creciendo, y contigo
todo lo que yo sentía mío,
que era todo, menos tu libertad.
A pesar de las dificultades,
o gracias a ellas,
te has convertido en hombre bueno.
Y aquel orgullo que sentí
en tus primeros pasos,
ha madurado, en el abrazo
que nos damos cada vez que nos vemos.
Te adoro, hijo mío.
Irma.




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